sábado, 10 de septiembre de 2011

Cuando hay lágrimaun en un rostro viril la impotencia está presente y la injusticia está advertida


      Es increíble como la vida va cambiando y los seres humanos con ella, hay momentos en la vida en que eres tan importante para otras personas que te tendrán en un pedestal bien en alto, pero si caes en desgracia y ya no eres tan necesario, te sentirás despreciado, ignorado y si antes eras la persona que tenía la responsabilidad de guiar, educar y formar a los tuyos, habrá momentos en que te sentirás como un extraño, un agregado en tú propia casa, cuando eso sucede, una retirada a tiempo es una victoria,   

lunes, 4 de julio de 2011

HUMOR CUBANO


¿Por qué en Cuba no hay piscinas?... Porque todos los que saben nadar se han ido a los EEUU.

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Un europeo le dice a un cubano:
¿Y qué tal?, ¿cómo andan en Cuba?
Mira, chico... no nos podemos quejar.
¡Ah!... ni bien ni mal, entonces
No, no... ¡Que no nos podemos quejar, HUEVON!
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Un cubano quería escaparse de Cuba y se le ocurrió irse con el circo de Moscú, que visitaba la mencionada isla. Para realizar su plan se disfrazó de mono y se metió en la jaula de los animales. Estaba ya por salir de la isla con el circo, cuando llega el domador y mete a los leones a la misma jaula. El tipo, desesperado, empieza a tratar de quitarse el traje de mono y se pone a gritar como loco:
¡AUXILIO, AUXILIO!
En eso, uno de los leones le dice:
Imbécil, quédate callado o nos jodes la salida a todos.
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Fidel muere y llega al cielo, pero no estaba en la lista, así que San Pedro lo manda al infierno. Cuando llega al infierno, Satanás lo recibe y le dice:
¡Hola, Fidel!, te estaba esperando... pasa, pasa, que acá estarás como en casa.
Fidel le responde:
Gracias, Satanás, pero estuve primero en el cielo y dejé olvidadas mis maletas allá.
No te preocupes, voy a enviar a dos diablitos a recoger tus cosas.
Así es como los dos diablitos llegan a las puertas del cielo, pero las encuentran cerradas porque San Pedro estaba almorzando.
Y le dice un diablito al otro:
No importa, trepamos por la puerta y sacamos las maletas sin molestar a nadie.
Empiezan a subir la puerta, cuando dos angelitos que pasaban por allí los ven y un angelito le dice al otro:
No hace ni diez minutos que Fidel está en el infierno y ya tenemos refugiados.
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En la carretera hacia La Habana, un conductor se encuentra con una multitud y, al detenerse, le pregunta al de al lado qué es lo que sucede; éste le responde:
Un grupo de "delincuentes" ha secuestrado a Fidel Castro y está solicitando 10 millones de dólares por su liberación y si esta petición no es cumplida en 2 horas, lo rociarán con combustible y le prenderán fuego, por lo que estamos haciendo una colecta.
¿Y cuánto han logrado reunir hasta ahora?
Tenemos... 88 galones de gasolina Premium, 52 de gasolina regular, 35 de gasoil, 29 de kerosene, 27 de alcohol, 38 cajas de fósforos y 21 encendedores.
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En Cuba:
- Al autobús le dicen aspirina... una cada cuatro horas.
- Al bistec le dicen Jesucristo... se habla de él, pero nadie lo ha visto.
- Al refrigerador le dicen coco... porque adentro sólo tiene agua.
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¿Cómo maúllan los gatos en Cuba?
Miaaami... Miaaami... Miaaami...
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¿Por qué a Fidel Castro le dicen el semáforo?...
Porque primero estuvo con los rojos (rusos), después con los amarillos (chinos), y ahora con los verdes (dólares).
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La maestra de La Habana cuelga un retrato de Bush y pregunta a la clase:
¿De quién es este retrato?
Silencio absoluto.
Les voy a ayudar un poquito. Por culpa de este señor estamos pasando hambre.
Pepito dice:
¡Ah, maestra!, es que sin uniforme y sin barba no lo reconocimos.
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Pregunta una maestra de música de La Habana:
¿Qué es un cuarteto?
Un alumno le responde:
La Orquesta Sinfónica de Cuba, después de una gira por Europa.
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Azúcar y salud: ¿Por qué es tóxica para el organismo? - Parte I

Azúcar y salud: ¿Por qué es tóxica para el organismo? - Parte I

lunes, 30 de mayo de 2011

La opinión de un médico cubano que trabajó durante cinco años en Venezuela.

Sábado, mayo 28, 2011

Este es un testimonio que nos llegó como un comentario al Blog pero por lo interesante de las opiniones que aquí se expresan decidimos incluirlas como un post. Dice Anónimo 21 en su nota:
Recordando siempre que el gobierno de Cuba es un gobierno Capitalista, pero haciéndose pasar por Socialista..., de eso estamos claros. Nos explota, nos re controla y además  de eso nos obligan a ser fieles. Todos sabemos que los hijos de los altos dirigentes en Cuba tienen privilegios, como cuentas abiertas en Hoteles cinco estrellas  a donde pueden ir con sus amigos íntimos, andan en yates, en “madres carrazos”;  y uno de estúpido trabajando para pagarles sus gustos. ¿Cómo no van a querer mantener ese régimen corrupto, si lo tienen todo y el pueblo está muriendo de hambre y humillación?.
Les cuento que estuve en Venezuela por 5 años y todo lo que se dice es cierto: se trabaja por metas, se obliga al médico a indicar Electrocardiogramas y Ultrasonidos para aumentar la entrada de dinero al país (Cuba). Si ves 10 pacientes te obligan reportar 50.
El dinero que te dan no alcanza para nada y siempre tienes que estar aportando para cualquier bobería.
Con el problema del peso (se refiere al equipaje) en el avión es una jodedera para tí que eres un colaborador normal; te humillan y te maltratan cuando vas con unos kilogramos de más, sin embargo, cuando llegas a La Habana, ves salir la cantidad de cajas de televisores… hasta refrigeradores que mandan los jefes (coordinadores). Es por eso que no pueden pasarse del peso, para darle vida a un “vividor” oportunista.
En otro orden de cosas te digo que uno sale por problemas económicos, es cierto, pero allí también te humillan los mismos cubanos; si no cumples con esto o lo otro no te damos la cuenta congelada, si una evaluación es negativa, no te damos el dinero.
Es decir que puedes haber trabajado 5 años bien, excelente, y si un día, por algún motivo cometes un error, te quitan todo el dinero sin contar con tu actitud anterior ¡Aahh!.., y la entrada de dinero a Cuba por concepto de Misiones es grande, por encima del Turismo en este momento; y así y todo te quieren cobrar por lo mínimo que lleves sabiendo el gobierno que lo que te paga es un 0% de lo que ingresas. Es la explotación del hombre por el hombre, como nos decían antes en las clases de Historia. Somos mano de obra barata.
Gracias, me desahogué algo.
Anónimo 21.

viernes, 6 de mayo de 2011

La verdad es más hermosa que el fingimiento del amor

¿Qué tan dispuestos estamos a sufrir por alguien? ¿Cuál es el límite? La respuesta es personal e intransferible.
La egoísta sensación de merecer que surge por el hecho de dar, no es siempre egoísmo o utilitaria generosidad, sino auténtica dignidad.
Cuando damos lo mejor de nosotros mismos, cuando decidimos compartir nuestra vida en intimidad, cuando abrimos nuestro corazón de par en par y desnudamos nuestra alma hasta el último rincón,
cuando perdemos toda vergüenza, cuando los secretos dejan de serlo, al menos merecemos comprensión, existe merecimiento.
Por supuesto que merecemos en virtud de honesta y franca dignidad.
Que se menosprecie, ignore, olvide o desconozca fríamente el amor que regalamos a manos llenas es desconsideración, vileza del ser, o, en el mejor de los casos, ligereza.
Cuando amamos a alguien que, además de no correspondernos, desprecia nuestro amor, estamos en el lugar equivocado.
Definitivamente, esa persona no se hace merecedora del afecto que le prodigamos. Con una nueva conciencia la disyuntiva empieza a dejar de serlo, la cuestión empieza a hacerse clara y transparente, obvia: si no me siento bien recibido en algún lugar, empaco y me voy.
Nadie de corazón sensato se quedaría tratando de agradar o disculpándose por no ser como les gustaría a los otros que fuera. R.W. Emerson lo expresó de sublime manera: “La verdad es más hermosa que el fingimiento del amor”.
En cualquier relación de pareja que tengas, no te merece quien no te ame, y menos aún, quien te lastime.
¡Haz surgir una nueva conciencia en ti! Incluso, si alguien te hiere reiteradamente sin “mala intención” – este absurdo existe - es posible que te merezca, pero en verdad no te conviene. Definir tus límites, basados en tu dignidad, es el mejor modo de conservar tu…
¡Emoción por existir!
Alejandro Ariza

La princesa y el plebeyo

Una bella princesa estaba buscando consorte. Nobles y ricos pretendientes llegaban de todas partes con maravillosos regalos: joyas, tierras, ejércitos, tronos… Entre los candidatos se encontraba un joven plebeyo que no tenía más riquezas que el amor y la perseverancia. Cuando le llegó el momento de hablar, dijo: —Princesa, te he amado toda la vida. Como soy un hombre pobre y no tengo tesoros para darte, te ofrezco mi sacrificio como prueba de amor. Estaré cien días sentado bajo tu ventana, sin más alimentos que la lluvia y sin más ropas que las que llevo puestas. Esa será mi dote. La princesa, conmovida por semejante gesto de amor, decidió aceptar: —Tendrás tu oportunidad: si pasas esa prueba, me desposarás. Así pasaron las horas y los días. El pretendiente permaneció afuera del palacio, soportando el sol, los vientos, la nieve y las noches heladas. Sin pestañear, con la vista fija en el balcón de su amada, el valiente súbdito siguió firme en su empeño sin desfallecer un momento. De vez en cuando la cortina de la ventana real dejaba traslucir la esbelta figura de la princesa, que con un noble gesto y una sonrisa aprobaba la faena. Todo iba a las mil maravillas, se hicieron apuestas y algunos optimistas comenzaron a planear los festejos. Al llegar el día noventa y nueve, los pobladores de la zona salieron a animar al próximo monarca. Todo era alegría y jolgorio, pero cuando faltaba una hora para cumplirse el plazo, ante la mirada atónita de los asistentes y la perplejidad de la princesa, el joven se levantó y, sin dar explicación alguna, se alejó lentamente del lugar donde había permanecido cien días. Unas semanas después, mientras deambulaba por un solitario camino, un niño de la comarca lo alcanzó y le preguntó a quemarropa: —¿Qué te ocurrió? Estabas a un paso de lograr la meta, ¿por qué perdiste esa oportunidad?, ¿Por qué te retiraste?. Con profunda consternación y lágrimas mal disimuladas, el plebeyo contestó en voz baja: —La princesa no me ahorró ni un día de sufrimiento, ni siquiera una hora. No merecía mi amor.
Cuando estamos dispuestos a dar lo mejor de nosotros mismos como prueba de afecto o lealtad, incluso a riesgo de perder nuestra dignidad, merecemos al menos una palabra de comprensión o estímulo. Las personas tienen que hacerse merecedoras del amor que se les ofrece.
Fuente: Del libro "La culpa es de la vaca", compilado por Jaime Lopera Gutiérrez y Martha Inés Bernal Trujillo. Ed. Intermedio.